Skip to content Skip to footer

Para cualquier estudioso de la Astrología, el área de las relaciones de pareja resulta siempre un área complicada, oscura y difícil. Por un lado, entramos en la complejidad de la sinastría , es decir, la comparación de Cartas Astrales, para poder intuir en que áreas de la existencia influye una persona sobre otra, las facetas de nuestra personalidad que se ven alteradas y de que manera, e incluso la dimensión kármica de la relación. Podremos ver que partes representan elementos de atracción o de rechazo y a que nivel, podemos ver como partes de una persona pueden limitar a otra o como pueden activarla y estimularla. Resulta fascinante, a veces, comprobar como una persona puede relajarnos y tranquilizarnos, o puede ponernos tensos y nerviosos.por el mero hecho de estar . Pero antes de levantar una sinastría , conviene hacer un estudio pormenorizado de cada uno de los componentes de la relación. Al hacerlo vamos a poder comprobar todas las predisposiciones conscientes e inconscientes del individuo a la hora de relacionarse.

Tradicionalmente cuando analizamos una Carta Astral y hablamos de relaciones, enseguida se nos va la vista hacia la casa VII, la casa de «los otros», de «los demás». No digo que no sea correcto, pero pienso que es solo una posible puerta de entrada en el tema. En la Casa VII podremos ver que espera el individuo de una relación, con que energía/s se va a enfrentar o se va a encontrar. Cuando encontramos esta casa vacía (sin planetas), enseguida analizamos el signo, y miramos el lugar de la Carta donde está el planeta regente de dicho signo, casa, signo y aspectos que recibe, recibiendo así información de a que otro «lugar de la existencia» nos «llevamos» o mezclamos el tema relacional. En otros casos además, la casa VII está ocupada por uno o varios planetas y éstos van a representar el tipo de energía y dimensiones de nuestra experiencia que se van a activar cuando entramos en relación.

La séptima casa es, también, según cita Liz Greene en su libro Relaciones Humanas (editorial urano) el lugar idóneo para las proyecciones . Es decir, como es la casa de los demás, aquella energía que representa el planeta que contenga, no soy yo, es el otro, o los demás. Imaginemos que la Casa VII está ocupada por Marte cuyos aspectos más positivos podrían ser fuerza, ímpetu, energía para conseguir aquello que queremos; y sus aspectos más negativos irritabilidad, agresividad, exceso de competitividad, reto y violencia. Si no tenemos esta dimensión de nuestra existencia reconocida y mínimamente trabajada, lo más normal es que ésta, se manifieste en su grado más elemental y primario y que abunden las cualidades negativas Con lo cual, como además se encuentra en la casa ideal para «echar afuera», lo más fácil que ocurra es que vivamos a Marte de forma negativa en el área de nuestras relaciones y que encima no lo reconozcamos como nuestro y digamos que el irritable, agresivo y bronca es «el otro», o «los demás». En la medida en que lo neguemos no hacemos más que amplificar la atracción de personas o situaciones que representen aquello que estamos negando. Somos un todo y tendemos a expresarnos como un todo, y cuando negamos partes de nosotros mismos, tendemos a atraer personas o situaciones que representen aquello que estamos negando. Si no dejamos que el Marte del ejemplo se exprese a través nuestro, atraeremos personas que lo evidencien, para poder vivirlo a través de ellos. El resultado real de una persona con esta configuración podría ser el de que no haga más que atraer parejas conflictivas, agresivas y violentas. En la medida en que esta persona reconociera la energía de ese Marte, ya no tendría necesidad de vivirlo a través de otros, y esa misma persona, podría ser la luchadora, dinámica y estimuladora en sus relaciones.

Sin embargo, la Casa VII nos va a indicar que expectativas de relación tenemos, es una casa de Aire, Cardinal y Positiva (mental, de iniciativa y extrovertida o que mira hacia afuera), que precede a la Casa VIII una casa de Agua, Fija y Negativa (de sentimientos, persistente e introvertida o que mira hacia adentro). La casa VIII, relacionada con el sexo la muerte y el más allá, es también la casa del compartir, de la relación íntima. y eso no es poco. En la casa VII nos juntamos y en la VIII compartimos, compartimos aquello que tenemos (casa II «yo tengo» – casa VIII «nosotros tenemos») i la primera cosa que tenemos es a nosotros mismos. Compartimos nuestro cuerpo en una relación sexual y la casa VIII y los planetas que la ocupen nos darán los parámetros de cómo lo hacemos, de cual es nuestra predisposición psicológica en el ámbito sexual. También nos informará de qué energías se ponen en marcha cuando tenemos que compartir el lugar donde vivimos, nuestra intimidad, nuestro dinero o nuestras pertenencias. Nos hablará de nuestra predisposición psicológica hacia la muerte y el ámbito paranormal.

Si el marte del ejemplo anterior lo encontramos en esta casa, es posible que la persona que lo posee viva situaciones de tensión, estrés, agresividad violencia o reto en casos negativos o inconscientes; y fuerza, estímulo, impulso e iniciativa en el caso positivo o con ese marte reconocido e integrado. Puede que esa persona no luche si ha de ser para beneficio de ella sola, pero sí lo haga si ha de ser «para o por nosotros». Puede que hablar de la muerte le ponga nervioso o le dé fuerza y dirección. .

(continúa)

NOTA: Si te interesa el artículo o la temática ponte en contacto conmigo a través de:

info@astropsico.com