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Después de tantas páginas escritas, tantos programas, entrevistas, reportajes, artículos etc. hablando de la famosa entrada al siglo XXI en los que se hacía referencia a una época de progreso, humanidad, solidaridad etc. nos vemos envueltos de la cruda realidad. Cada día que transcurre no paramos de escuchar espeluznantes noticias de cómo va el mundo, y quedándonos horrorizados ante cualquiera telenoticia parece que se desvanezca esa idea idílica sobre la tan esperada era acuarianana que tanto prometía y que tantas esperanzas nos sugería. Las guerras, el hambre, la muerte y la insolidaridad parece que hayan tomado el protagonismo en los periódicos y noticiarios de todo el planeta, dándonos reflejo de cómo «progresa» nuestro mundo. Pero no olvidemos que las eras astrológicas nos hablan de periodos extraordinariamente largos de tiempo (unos 2160 años) y resulta realmente difícil asegurar cuándo acaba una era y cuándo comienza otra. Y muchísimo más cuando el calendario que manejamos ha sufrido, a lo largo de la historia, diferentes modificaciones y reajustes que invitan a pensar que el año que transcurre es tal, porque de general acuerdo así lo aceptamos, que porque realmente sea el año que decimos que es. Las eras astrológicas forman parte de lo que los antiguos egipcios (y otras antiguas culturas como la védica) llamaban El Año Zodiacal, o El Gran año. Técnicamente e intentando explicarlo de manera que se entienda, diríamos que los efectos de atracción y repulsión entre los planetas de nuestro Sistema Solar producen una variación sobre el «punto vernal» (0º de Aries), que debería coincidir cada año en el mismo punto sobre el 21 de marzo, pero no es así. Cada 72 años aproximadamente, éste varía 1º, y el recorrido de esa variación por los 360º del Zodíaco es lo que da lugar al Año Zodiacal, y éste a las eras. Por lo que una vez entendido esto resulta más fácil entender que es muy difícil precisar cuándo acaba una era y cuándo comienza otra. Estamos hablando de periodos de unos 2160 años y con la confusión temporal a la que me refería anteriormente nunca podremos asegurar que la Era de Acuario comienza el próximo jueves a las 2:30. Sí creo que podemos entender que nos encontramos al final de una Era y al principio de otra, pero quizás necesitaremos más de una vida para poder apreciar el cambio de manera clara. La Era que se acaba es la Era de Piscis, y la que comienza es la de Acuario. La Era de Piscis comienza (aproximadamente) con el nacimiento de Cristo (año 0 para nosotros), hace dos mil años, símbolo también de la era cristiana. Y resulta curioso apuntar que los cristianos, cuando eran perseguidos por los romanos, se identificaban con el símbolo de un pez. Aunque no es éste el único atributo que une la ideología cristiana con el signo de Piscis. La fe es propia de éste signo y requisito indispensable para ser un buen cristiano, también el sacrificio, la devoción, la empatía, los profundos sentimientos e identificación con el que sufre etc.… y también la mentira, la confusión, el engaño, la evasión etc. El signo de Piscis es un signo de agua (emociones, sentimientos) y mutable (adaptable, moldeable), y el signo de Acuario es un signo de aire (mental, de pensamientos e ideas) y fijo (persistente, constante), y así como Piscis busca la fusión del grupo, Acuario también busca el grupo, pero manteniendo su individualidad. Piscis dice que dejo de ser yo para ser «todos» o «nosotros» y Acuario dice que todos somos la suma de muchos yoes diferentes, peculiares e individuales y que consciente, solidaria y humanitariamente, nos juntemos para un bien común, progresista e innovador que rompa con el estatismo pasado y que nos lleve a la verdad futura. Es muy fácil instalarse en los atributos positivos del signo (humanidad, inventiva, originalidad etc..), pero no nos olvidemos que Acuario también tiene su lado oscuro como todos los signos, y lo primero que sugiere su naturaleza de ser mental y fijo es la cabezonería o la radicalidad. Aunque también podríamos apuntar imprevisibilidad, cambios drásticos, desviación, autosuficiencia, etc…

 

Cuando una persona ignora, desconoce o empieza a conocer una dimensión de sí mismo, simbolizado en la Carta por un planeta, un signo o una casa, ésta, tiende a mostrarse en su lado más negativo, primario y poco evolucionado, y a medida que lo vamos trabajando, va adquiriendo e incorporando las cualidades más positivas y evolucionadas. Es probable que eso sea lo que estemos recibiendo de esa era acuariana acabada de estrenar, o que está a punto de empezar. Es evidente que la religión cristiana ha entrado en una fase de decadencia profunda, si la comparamos con lo que ha representado en los últimos dos mil años, a nivel social. Vivimos una época en la que otras culturas, otras religiones, otras maneras de ver y de entender la vida y la muerte y la relación entre Dios y el hombre se entremezclan en nuestra cotidianeidad. La sociedad consumista en la que vivimos nos dice que creamos en la Coca-Cola y en el dólar y pienso que, para mucha gente, existe un gran vacío espiritual.

Acuario quizás se está presentando en su modo más primario y poco evolucionado y nos muestra su cara de cambios bruscos, de imprevisibilidad, de radicalidad y de dificultad en cambiar las ideas ya adquiridas. Pero Acuario también representa la tecnología, los inventos y el idealismo. Todos los avances tecnológicos son increíblemente efectivos y peligrosos a la vez en manos de personas que no alberguen en su interior el mismo avance, pero a nivel espiritual. El signo que está enfrente de Acuario es Leo, es el signo opuesto, y la energía que puede oponerse al avance acuariano podría ser la derivada de las tendencias egocentristas propias del signo leonino. Resulta interesante conocer también que todos los movimientos «alternativos» como el ecologista son propios del signo Acuariano y también todos los modelos alternativos y progresistas impulsados por un idealismo solidario y humanitario y esto nos hace albergar alguna luz de esperanza.

El astrólogo del siglo XXI, es un astrólogo que se ve involuntariamente «encasillado» en un marco de esoterismo y brujería barata que es el saco donde nuestra sociedad muestra y presenta todo aquello que es raro, mágico y paranormal. Y estoy completamente seguro que en otras disciplinas que no son la astrología, existen personas muy cualificadas y muy capaces, e incluso con «dones» para hacer un trabajo serio y honesto. Pero en ese mismo saco hay mucha basura, mucha gente sin escrúpulos, capaz de engañar y robar sin ningún tipo de remordimiento a cualquier persona que caiga en sus manos. Y la persona que no tiene ni idea del tema, que lo está pasando mal (o no) y que lo único que quiere es que alguien le eche un cable ¿cómo puede distinguir al profesional del estafador? Abres un periódico o una revista de cualquier tema y aparecen páginas enteras llenas de publicidad esotérica de todos los tipos y colores. Brujas, magos, videntes, tarotistas, astrólogos y un largo etc. Ofrecen la garantía total a la solución de tus problemas, sean cuales sean. Y todo esto ocurre porque nuestra sociedad ha decidido meter en el mismo saco todo aquello que es alternativo a la forma de funcionamiento que ésta considera «normal», es decir, avalado por la ciencia. Y que nuestra sociedad haga eso para protegerse de todo aquello que es engañoso, parece sensato y correcto. Lo que no parece justo es que en ese saco haya personas que han dedicado años y años de estudios y prácticas en una disciplina, a veces toda una vida y que hacen trabajos serios, honestos y de calidad probada, y que sean socialmente considerados igual que aquel que se dedica a engañar a la gente. La ciencia hace su aparición hacia el 1700, con el movimiento racionalista, hasta entonces astronomía y astrología eran la misma cosa (por ejemplo). La astrología es un Arte, no es una ciencia (ni lo pretende), que estudia el movimiento de los planetas en el Sistema Solar y los interpreta. El momento del nacimiento de una persona va a dejar una huella energética en forma de las posiciones de los planetas en ese momento y en ese lugar y eso representa una simbología que es la que se interpreta. ¿Eso es así?, ¿realmente puedo yo identificarme con la simbología que representa una Carta Astral? Pues las personas que se han molestado en estudiarla con un mínimo de profundidad pueden corroborarlo y es curioso que entre ellos podamos citar personajes que consideramos mentes privilegiadas como Ptolomeo, Alfonso X, Copérnico, Kepler, Newton, Einstein, Jung por citar algunos. También cualquier persona que haya tenido la oportunidad (o la suerte) de encontrar un astrólogo cualificado, que le haya hecho una interpretación correcta de su Tema Natal podrá comprobar por él mismo que aquello que le está diciendo, no puede ser aplicado a ninguna otra persona, comprobará que están hablando de él y solo de él. Vivimos una época en la que la ciencia es la que marca el rasero de la veracidad de las cosas, pero no olvidemos que esa misma ciencia es la que negó a la psicología su reconocimiento como tal has mediados del siglo pasado. Es esa misma ciencia la que va incorporando, o aceptando, la posibilidad de que sean efectivas técnicas y disciplinas, que hasta hace unos años eran consideradas pseudocientíficas, o cosa de locos, en áreas como la medicina (osteopatía, homeopatía, acupuntura etc..), y que hoy en día en algunos países ya forman parte de la sanidad pública.

En resumen, al astrólogo del siglo XXI no le queda otro remedio más que trabajar, y hacer bien su trabajo para que sea la propia gente que acude a él, la que lo publicite, la que lo recomiende la que, de fe de un trabajo bien hecho, aunque esto pueda representar no poder vivir exclusivamente de la astrología.